jueves, 20 de diciembre de 2012

Estás donde debes estar


Que hoy haya paz dentro de ti,
que puedas confiar en tu poder más alto,
pues estás exactamente donde debes estar.
Que no olvides las posibilidades infinitas que nacen de la fe.
Que puedas usar estos regalos que has recibido y transmitir el amor
que te ha sido dado.
Que puedas sentirte satisfecho sabiendo que eres un niño de Dios.
Permite que su presencia se establezca en tus huesos
y permite a tu alma la libertad para cantar,
bailar
y calentarse en el sol,
que está allí para todos
y cada uno de nosotros.

Sta Teresa de Jesús

domingo, 16 de diciembre de 2012

El fin de un Año



El fin de un año suele no coincidir con el fin de un ciclo.  Los tiempos del corazón no laten al compás del año calendario.
Las fiestas pueden llegar en un momento inoportuno, donde el ánimo no está para descorchar, mucho menos para celebrar. La agenda del mundo no coincide, muchas veces, con el rumbo que capitanea el alma. Otra vez el maldito (¿o bendito?) tironeo. Lo que dicta la tiranía exterior y lo que propone el susurro interior.
El planeta convulsionado por profecías, vaticinios, horóscopos...
El alma desmembrada por el miedo, la desazón, el sinsentido...
El corazón llevando a cuestas el pasado conocido y un futuro incierto...
Cuesta permanecer quieto. En el centro. Ajeno al parloteo de la mente y el murmullo incesante de la duda.
El mundo exige rapidez y eficiencia. Hay que estar alerta y en control. No hay que perderse ningún tren, puede que no vuelva a pasar.
No hay que perderse...
Mientras unos celebran el fin del año con alegría, otros ven pasar, con tristeza, un año que puede llevarse lo más preciado.
La rueda de la vida no gira según los calendarios.
Mucho menos según mis deseos.

Victoria Branca

martes, 4 de diciembre de 2012

Anuncio


Victoria Branca participa a usted, 
por este único medio, 
de la publicación (¡por fin!) de Noche azules, 
el primer libro publicado en Argentina 
(in cre í ble que sea recién ahora) 
de Joan Didion.
Sírvase concurrir a la librería más cercana 
y hacerse de un ejemplar.


Hace un tiempo escribí algo sobre el libro (ver enlace)
http://conlospiesdesnudos.blogspot.com.ar/2012/02/ese-instante-efimero-y-poderoso.html



viernes, 30 de noviembre de 2012

Toda la noche



¿Hay algo más sensual e íntimo que llevarse a la cama un libro que se desea y tenerlo abierto y despierto con una toda la noche?
Un libro es un amante inagotable.
Se entrega sin pruritos.
Sin apuro.
No teme ser explorado.
Se abre de par en par.
Se desnuda al ritmo de quien desliza sus dedos por su lomo,
por sus lineas interminables,
por su piel lisa  
y perfecta.
¿Existe una comunión más intensa que aquella de quién lee y quien es leído?
Leer es descifrar.
Es auscultar el corazón de la trama, que hasta hace un rato no latía.
No apagues la luz -dice, en susurros, mi libro- hagamos el amor toda la noche.

Victoria Branca



lunes, 19 de noviembre de 2012

María Elena y Victoria



Hasta el 26 de Noviembre puede visitarse la muestra homenaje a María Elena Walsh. La creadora de Manuelita, se pasea de la sala al comedor en la casa de Victoria Ocampo.
¡No te la pierdas!
Más info en www.villaocampo.org


domingo, 11 de noviembre de 2012

lunes, 29 de octubre de 2012

La tierra prometida


Hay un lugar en el que seré coronada
una tierra fértil
benigna
libre de juicios
donde mi espíritu irá unos pasos
por delante de mí

el suelo bendito donde mis pies
no dejarán pisada ni huella
mi corazón no derramará nada
no habrá desechos
ni despojos
mis ojos lo verán todo

El otro ya no seré yo
no habrá codicia
ni deseo
ni fórmulas matemáticas
ni huestes
ni acólitos

el trono estará vacante
ni a la derecha
ni a la izquierda
ni en el centro
habrá nada

cesarán el llanto
el lamento
la ira
la adulación

llegaré sola
pero seremos
muchos

habrá música
y luego

el silencio.

Victoria Branca

miércoles, 17 de octubre de 2012

La mala educación


"En una etapa muy temprana de la vida, se nos enseña a dar prioridad a las señales externas sobre las internas, a respetar la voz de las demás antes que la voz del sí mismo. Un "buen" niño es el que se "preocupa" por sus mayores, el que "se porta bien". Se nos enseña a identificar la virtud con la complacencia de los deseos y expectativas de otros. Se nos inculca la conformidad como virtud cívica esencial. Se nos enseña la obediencia como el precio del amor y la aceptación.
Se nos dice -algunas veces de forma explícita, otras de forma implícita-, a través de una gran variedad de fuentes, que el sí-mismo es pecado, o insignificante, o despreciable, o algo que debe ser reprimido y suprimido, algo mezquino en el gran esquema de las cosas, o apenas una ilusión, y que respetar el sí mismo significa enajenar al individuo de la familia, la comunidad, la sociedad, de Dios, del Universo o de todo."

Nathaniel Branden,
El respeto hacia uno mismo

lunes, 15 de octubre de 2012

Una de las transiciones más bellas


"Una de las transiciones más bellas en la naturaleza es la que media entre el invierno y la primavera. Dijo un antiguo mísitico zen: cuando se abre una flor inocente, infantil, se abre sobre la tierra, uno intuye la agitación de la naturaleza bajo la corteza helada. Una bella frase en gaélico dice ag borradh, un temblor de la vida a punto de irrumpir.
Los colores maravillosos y la vida nueva que recibe la tierra hacen de la primavera un tiempo de gran exuberancia y esperanza. En cierto sentido, la primavera es la estación joven y el invierno es la vieja. El invierno estaba aquí desde el comienzo. Reinó durante millones de años en medio de una naturaleza muda y desolada, hasta que apareció la vegetación. La primavera es una estación juvenil, que llega en medio de un torrente de vida y esperanza. En su corazón reina un gran anhelo interior. Es un tiempo en el cual el deseo y la memoria se agitan y se buscan. Por consiguiente, la primavera en tu alma es un tiempo maravilloso para emprender aventuras o proyectos nuevos, o realizar cambios importantes en tu vida. Si lo haces en ese momento, el ritmo, la energía y la luz oculta de tu propia arcilla trabajan para ti. Estás en la corriente de tu crecimiento y potencial. La primavera en el alma puede ser bella, llena de esperanza, fortificante. Puedes realizar transiciones difíciles de manera natural, no forzada y espontánea".

John O Donohue,
Anam Cara

domingo, 7 de octubre de 2012

¿Tiene sentido la vida?


Los seres humanos somos buscadores por naturaleza. Si no fuese así, no hubiéramos dado con tantos inventos y descubrimientos. El hombre y la mujer son seres curiosos por naturaleza, que se note más en unos que en otros se deba, tal vez, al oficio de crecer, con sus mandatos, permisos y prohibiciones. Lo que para uno es una cualidad natural de la vida, para otros será la puerta de acceso a lugares inconvenientes, que será mejor dejar en el anonimato y la ignorancia.
Sea como fuere, los habitantes más desarrollados de esta tierra (me refiero a los que terminamos dominando sobre el resto de la especies, los que sabemos que sabemos y no respondemos sólo a nuestros instintos) queremos saber de qué trata esto de la existencia. ¿Para qué vinimos a este mundo? ¿Hemos estado aquí antes? ¿Traemos una misión? ¿Somos libres de verdad o un destino preexistente lo define todo?
La vida, a pesar o muy a merced de nuestros interrogantes, se va desplegando a la par de que vivimos. Que nos demos cuenta de que estamos viviendo mientras transcurre eso que llamamos vivir ya es un hecho destacable. Muchas veces nuestra existencia transcurre sin que nos demos cuenta, como canta eternamente el gran Lennon: Life is what happens to you while you´re busy doing other plans...
La vida es eso que pasa mientras... La vida es eso, que pasa... La vida, pasa...
Que la vida tenga un sentido. Eso queremos. Que valgan la pena el sudor y las lágrimas. Las pruebas y las derrotas. Queremos que al final, la letra chica aclare este embrollo que se arma mientras existimos. Queremos respuestas que aclaren tantas preguntas. Esa luz brillando victoriosa al final de los túneles. Que se aclare, de una buena vez, el panorama...
Y en ese deseo casi infantil de imaginarnos que al final de la película el malo muere o es encarcelado y los buenos festejan, le demandamos a la vida precisión, certeza, y, sobretodo, que nuestro sueño, por favor, se cumpla.
¿Tiene un sentido la vida? ¿O será que uno tiene que dárselo, como se le da a la existencia un rumbo, ciertas coordenadas, y lo necesario para el camino?

Victoria Branca



martes, 2 de octubre de 2012

Viajar en el tiempo


Luego de viajar en el tiempo junto a Hemingway, Gertrude Stein, Ezra Pound, Los Fitzgerald, Simone,   et al, este blog retoma su andada habitual.
Les pedimos disculpas por los inconvenientes que nuestra ausencia sin aviso pueda haberles ocasionado.
Sin otro particular los saludamos atentamente,
Con los pies desnudos y el corazón contento.

viernes, 14 de septiembre de 2012

¿Quién lee este blog?



Las redes sociales son eso. Redes. Que sirvan para pescar o para enredar depende de algunos factores. De algún modo unen, es verdad, pero también atrapan en sus hilos interconectados dejando a su presa inmersa en un ámbito veloz que se rige por sus propias leyes.
Pareciera que la vida, en estos últimos tiempos, hubiera posado todo su peso en las alas pequeñitas del twitter. Se cita al pájaro azul como fuente fidedigna. Se comentan las opiniones tanto de extraños como de archifamosos. Se busca en su plumaje información constante y sonante. Y, también, se escupe sin asco el malestar propio y ajeno. Primero fue el mail. Después facebook. Y ahora, es el reinado absoluto del ave chimentera.
Así como las tablets van dejando en la funeraria a las tradicionales PC y sus hermanas las laptops y las notebooks, así también el twitter, en su vuelo supersónico, deja al ras del suelo y del olvido a los inventos anteriores.
El blog, según esta carrera desenfrenada, sería una de las invenciones ya obsoletas. ¿Quién tiene tiempo y ganas de leer algo que esté escrito en mucho más que 140 caracteres?
Leer un blog da pereza. Hacer comentarios mucho más. ¿Y quién quiere pasarse más de cinco minutos leyendo algo que podría digerirse en segundos?
El acto de leer está conviertiéndose más en una acción de tragar y deglutir. No hay tiempo de paladear, mucho menos de saborear. Las palabras están siendo devoradas por la urgencia y el desborde. Y salen del organismo como explosiones irreflexivas. Hay que opinar de todo y en caliente. Hay que contar a cada rato lo que se piensa, aunque ello no sea fruto de una introspección serena y profunda. Hay que expresarse sin freno, aunque se haga de manera bestial y desconsiderada. No importa el cómo. La velocidad no contempla delicadezas ni empatía.

Estoy en las redes sociales, luego existo.
La virtualidad me devuelve el protagonismo que me niega, muchas veces, la vida real.
El cyber espacio me saca de cuajo de una existencia que no me está gustando del todo.
Los quichicientos amigos que poseo en mi perfil me hacen olvidar que me siento solo.
La pantalla hace eso, tapa. Quita de la vista. Pone velos. Desdibuja. Me proyecta una vida de fantasía. Me sumerge en un estado de borrachera felíz y placentera. 

La sede de la existencia parece haberse mudado. De la tierra al espacio. De la corporalidad a la virtualidad. De la mirada al espionaje. De la expresión a la impresión. De las palabras al tweet.
Y sí, lo dije en más, mucho más que 140 caracteres.

Victoria Branca

martes, 4 de septiembre de 2012

Las personas mayores nunca comprenden nada


Durante el mal llamado "proceso de reorganización nacional" perpetrado en los años ´70 en Argentina, se prohibió la lectura y difusión de ciertos libros. No eran adecuados para los valores morales y cristianos que pretendía defender a punta de pistola el gobierno militar. Uno de esos libros fue "El Principito", de Saint Éxupéry. Que el autor le haya dedicado el libro al niño que una persona mayor fue en otro tiempo, tal vez haya activado algún recuerdo molesto en los poderosos, algo que es imprescindible dejar allá lejos, bien lejos, para poder actuar con total impunidad. Porque, se sabe, el niño que fuimos siempre está observando con cara de asombro cuando el adulto que somos se desvía irremediablemente del camino que aquél trazó con entusiasmo. Y el adulto, con gesto adusto, se resiste a admitirle la entrada y permanencia a ese niño que aún es; no quiere intromisiones molestas y perturbadoras. Mucho menos si los planes que traza están en franca oposición a los sueños de cualquier niño. ¿Por eso se habrá prohibido al Principito? ¿O tal vez por su excesiva imaginación?
La imaginación, dijo Teresa, es la loca de la casa. ¿Lo creyeron a rajatabla los jurados implacables del leer? ¿O aseverar que las personas mayores nunca comprenden nada por sí solas puede haber herido la insensibilidad de quienes se adjudicaban las decisiones sobre el leer, un acto tan personal?
Muchos de quienes censuraban la lectura de ciertos libros ni siquiera leían las obras. Les era suficiente con el informe que les hacía llegar el servicio de inteligencia. Las personas mayores nunca comprenden nada...
Otros firmaban los decretos con firme torpeza. E ignorancia. Escribir sobre ciertos asuntos les parecía altamente peligroso. Era necesario confiscar esos papeles letales y hacerlos desaparecer. Tajearlos. Incendiarlos. Hundirlos con piedras en el mar...
Dice el último capítulo del Principito: "Es un gran misterio. Para vosotros, que también amáis al principito, como para mí, nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, si o no, a una rosa...
Mirad al cielo. Preguntad: ¡el cordero, sí o no, ha comido a la flor? Y veréis como todo cambia...
¡Y ninguna persona mayor comprenderá que tenga tanta importancia!
No lo comprenderá porque lo esencial es invisible a los ojos. Y sólo se ve bien con los ojos de un niño.

Victoria Branca



jueves, 30 de agosto de 2012

El hilo de la trama


Por más que quiera dirigir el curso no puedo.
La historia se cuenta desde varios puntos de vista. No sólo el mío.
Quisiera dejar la memoria en remojo. Macerarla a fuego lento y sostenido. Dejarla ahí, en el fondo, pero los recuerdos son balas disparadas al centro de mi pecho y se hace imposible no ver la sangre manando.
"Conocerás la verdad y la verdad te hará libre", prometen las escrituras. Y en algún resquicio de mi antigua fe lo creo. Pero igual dudo. ¿Hasta dónde he de seguirle los pasos a un recuerdo?
¿Hasta qué agujero seré  capaz de zambullirme, como una niña que aún confía en ese país de maravillas?
"Salta, el abismo no es tan profundo", parece decir alguna voz invisible, venida para rescatarme de temores mal fundados.
Salta...
Pero hay otras voces también. Voces graves. Burlonas. Incisivas. Voces que espantan la osadía y el coraje. Que empujan con sus manos torpes el corazón que se asoma. Voces. Gritos. Sentencias...
Por más que quiera dirigir el curso no puedo.
Porque hay una trama invisible. Secreta. Verdadera. Que permanece a la espera de que yo tome la punta de ese hilo que lo une todo y me deje llevar. Hasta el tuétano. Hasta el centro donde mora el asustadizo Minotauro y lo mire, por fin, a los ojos.

Victoria Branca

sábado, 25 de agosto de 2012

¿Qué hay para leer?


Parece que ayer fue el día del lector.
Para mí, el día del lector y de la lectora es todos los días. O, más bien, los días que el lector y la lectora deseen hundir sus narices y sus manos en el libro que quieran.
Estoy leyendo varios libros al mismo tiempo. ¿O será que varios libros logran descifrar mis estados de ánimo a la vez? Como sea, leo y me dejo auscultar por distintos ejemplares. De distintos y variados temas.
Caminando por Avenida de Mayo, hace unos días, encontré un tesorito de Neruda que nunca me había regalado: "Odas elementales", y se vino a casa conmigo. También manoteé sin mucha reflexión un libro que tiene en la tapa a la valiente-irreverente Frida Kahlo, algo así como un compendio de las recetas de cocina de Frida o algo parecido. Todavía no lo leí.
Últimamente leo mucha historia argentina. De los ´70 en adelante. Libros densos pero necesarios. Para mí, al menos.
Y los libros que me leen por estos días son dos. No recuerdo sus nombres. Basta con que ellos sepan el mío.

viernes, 17 de agosto de 2012

Ex presa te


"El arte sana y salva", este es el leitmotiv de la muestra que presenta la artista Sol Storni en el Museo de Arte de Tigre (MAT)
La exhibición aborda la temática del abuso y la violencia de género no sólo física sino también psíquica y espiritualmente.
Se invita al público a participar de esta experiencia sanadora presentando una bombacha blanca intervenida personalmente, con dibujos, frases, imágenes, etc. que luego serán colgadas en una soga a modo de gran ténder en los salones del museo.

La muestra estará abierta hasta el 26 de Agosto
Inaugura el sábado 18 de este mes.

lunes, 13 de agosto de 2012

Contar la propia historia


O contar esas partes de la historia personal que uno recuerda. O que registra de la manera en que el propio recuerdo quiere. O puede.
La vida está hecha de momentos. O de retazos. O de pinceladas. O de la suma de partes que conforman un todo. O la parte de un todo.
A Philipe Pozzo di Borgo la vida le es obediente hasta que ocurre lo inesperado. Y todo cambia. Ahora hay que reescribir el guión personal. El de antes ya no encaja.
Eso no significa que la felicidad haya muerto. Ni los deseos. Ni el amor...

La película "Amigos intocables" está basada en el libro que escribiera Pozzo di Borgo, ex director de Pommery, después de un accidente que tuviera mientras volaba en su parapente.
Vale la pena. El libro, también.
Contar la propia historia resignifica y ayuda a sanar...


lunes, 6 de agosto de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Credo


Creo en vos, ser humano como yo,
que creas cada día un mundo nuevo.
Creo en tu poder y en el mío, que participa del cielo y de la tierra.
Creo en el que es padre por obra y gracia del amor;
y creo en la que es madre de espíritu generoso y atento.
Creo en los hijos que vienen al mundo cuando lo desean
y se van de nuestro lado cuando menos lo deseamos.
Creo en el corazón del que sufre, que sigue latiendo a pesar de todo.
Creo en las caricias y en el abrazo;
en la mirada que desnuda y se desviste sin prisa.
Creo en los besos apasionados que nos resucitan el alma.
Creo en los secretos cuando son conservados,
porque maceran en el silencio y la lealtad.
Creo en las lágrimas que mojan la tierra impregnando a las flores de sales y zumos.
Creo en el lecho y el pan compartidos,
en las manos que lavan juntas y en las copas que se elevan por los otros.
Creo en las carcajadas que estallan como truenos musicales
y contagian a los serios y cabizbajos.
Creo en los atardeceres y en el crepúsculo,
pero sobretodo en el brillo de un nuevo amanecer.
Creo en la palabra que sopla en los oídos de los que están despiertos
y en los susurros que rozan con sus labios al que quisiera morir.
Creo en mis abuelos, que lucharon y resistieron a los vientos más huracanados.
Creo en mis hijas, que escribirán nuevos capítulos en el libro de la vida.
Creo en los horizontes que nos muestran el rumbo,
y en las estrellas que palpitan serenidad desde lo alto.
Creo en la luna, que es femenina y sigilosa;
y en el sol, que cobija y da calor.
Creo, sobretodo, en el amor,
que con sus pétalos y espinas se clava hondo en el pecho humano
para hacer del agua insulsa el mejor de los vinos.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

miércoles, 1 de agosto de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Despedirse


"De la oscuridad brotará la luz, del silencio ascenderá el canto, de la inmovilidad surgirá la danza."
Jean Monbourquette


Dicen que cuando uno ha cumplido lo que vino a hacer a este mundo, se va. Como si ya no tuviera nada más que hacer aquí. Somos los que aún seguimos vivos en esta tierra los que tendremos que encontrarle un significado al dolor, para que no nos quedemos atrapados en él perdiendo de vista nuestra tarea. Pero por el momento tendremos que tener paciencia. Primeramente con nosotros mismos. En ningún lado está escrito cómo habremos de transitar nuestro duelo. Es personal y único. Y pretender encasillarlo para comodidad de otros no hará sino prolongar indefinidamente el sufrimiento y estancarnos en un pantano del que nos costará salir.
Será necesario que nos apoyemos en las personas que nos quieren, como si fuésemos niños otra vez. Los necesitamos para transitar confiados este sendero desconocido, este camino misterioso que tarde o temprano todos tendremos que atravesar. Sin olvidar, como dijo C.S Lewis al perder a Joy, que el dolor que ahora sentimos es parte de la felicidad de entonces.
Cuando uno atraviesa en profundidad un duelo es como si volviera a nacer. Nos parece haber atravesado un canal de parto oscuro, resbaladizo, en que nos sentimos comprimidos, asustados. En el que por momentos no podemos ver la luz al final del túnel.
Pero un día sacamos la cabeza, vemos al sol, otras caras nos sonríen. Nos damos cuenta de que no estamos solos. Que no somos los únicos seres en el universo que han sufrido una pérdida. Y, lo más importante, que nuestros seres queridos que murieron siguen viviendo en nuestro corazón.
Y el mejor homenaje que tal vez podamos hacerles es vivir nuestra vida plenamente. Agradecidos por el tiempo que los tuvimos junto a nosotros y confiados en que volveremos a estar juntos otra vez.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

lunes, 30 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: La lección más difícil


"Espera, no te duermas. Escuchemos el ritmo de la lluvia."
Juana de Ibarbourou


Decía Elisabeth Kübler Ross que las pérdidas son las lecciones más difíciles de aprender. Tal vez, la prueba más dura que tiene que soportar un ser humano. Pero tarde o temprano todos atravesamos ese bosque en penumbras. No es privativo de unos pocos. Y quienes trascienden el dolor y logran rehacer sus vidas honrando la existencia de quien partió, se convierten en faros vivientes para los que ingresan en el tránsito de la noche. Y se transforman en guías generosos que alumbran el sendero que aún permanece a oscuras para los que comienzan a adentrarse en el territorio del duelo.
Hay cierta sabiduría natural en el ciclo de la vida. Si aprendemos a observar la naturaleza y sus estaciones comprendemos que hay momentos en que las hojas caen para dar vida a nuevos brotes y otros en que el sol se esconde y todo queda en penumbras. Los vientos barren con algunas semillas pero eso no impide que los árboles y las flores sigan multiplicándose y embelleciendo los campos y los parques.
Las mareas son otras grandes maestras. Guiadas por la influencia de la luna, crecen y se abalanzan sobre la arena cubriéndola por completo y luego regresan al mar llevándose consigo parte de la playa.
Todo en la vida son ciclos. Cambio. Movimiento.
La existencia es una rueda que gira incesantemente y lo que a veces está en la cima cae de repente en el abismo. Y no por deseo de venganza de algún dios iracundo o por puro divertimento. No. Es el ritmo natural en el que se mueve el universo y nosotros con él.
La aventura de vivir trae consigo la muerte. No como un castigo, sino como parte inseparable de la existencia. Y todo ocurre a su debido tiempo. Como dice el Eclesiastés:

"Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: Su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado; su tiempo el matar, y su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar. Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar. Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas; su tiempo el abrazarse y su tiempo el separarse. Su tiempo el buscar, y su tiempo el perder; su tiempo el guardar, y su tiempo el tirar. Su tiempo el rasgar, y su tiempo el coser; su tiempo el callar, y su tiempo el hablar. Su tiempo el amar, y su tiempo el odiar; su tiempo la guerra, y su tiempo la paz."


Solemos creer que casi todo en la vida está bajo nuestro control. Que somos nosotros los que decidimos cuándo hemos de sentirnos de una manera, cuándo hemos de comportarnos de otra, como si fuésemos pequeños dioses. Pero los duelos no se atienen a esa falsa creencia. So procesos. Y como tales siguen un secreto ritmo. Querer apurarlo para que no nos incomode no hará sino entorpecerlo y, paradójicamente, el duelo se retrasará y durará más de lo conveniente.
Lo mismo sucede con otras emociones. Tragarse los enojos para que los demás no sufran, no nos ayuda en nada. Reprimir la ira creyendo que no está bien manifestar ese tipo de expresiones es nocivo para nuestro cuerpo y nuestro corazón. La ira reprimida termina volviéndose en nuestra contra, ya que salta de manera desproporcionada ante cualquiera o se transforma en odio camuflado hacia nosotros mismos, que se manifiesta muchas veces como depresión.
Las tormentas se caracterizan por estallar en el cielo en poco tiempo. Y cuando se desatan nos parece que el firmamento se nos va a caer encima. Pero luego del estallido furibundo, de la caída copiosa de las lluvias, de los vientos huracanados que parecen derribarlo todo a su paso, vuelve la calma. El cielo se despeja, vemos otra vez el sol.
Nos llevará tiempo recuperarnos de la pérdida. Es un dolor muy profundo. E infinitamente misterioso. Y aunque nos resulte absurdamente incomprensible, forma parte de esta rueda eterna que llamamos vida. Porque así como todo tiene su tiempo bajo el cielo, también lo tiene dentro del corazón.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

martes, 17 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Sin palabras


"Corazón mío, palacio viejo, palacio desmantelado, palacio desierto, palacio mudo y lleno de misteriosos silencios"
León Felipe

Una de las penas más grandes que cubren con su sombra la muerte súbita de un ser querido, es no haberle podido decirle adiós. Esta privación a la que nos sometió la vida nos desespera y mantiene abierta la herida por largo tiempo. Sentimos que el corazón nos quedó estaqueado y amordazado en tierra de nadie. Hay tantas cosas que hubiésemos querido decir y no pudimos...
Todo aquello que la muerte silenció queda arrumbado en algun rincón de nuestra alma, y en algun momento tendremos que ir en su búsqueda y darle voz nuevamente aunque el destinatario ya no esté. Decir todo lo que balbucea entre sollozos nuestro corazón, hará que la angustia vaya cediendo y nos permitirá ir limpiando la herida, quitándole aquello que pueda infectarla para que sane poco a poco.
Una manera de despedirnos, dijimos, es a través de una carta. En un lugar tranquilo, a solas, dejando que el corazón se exprese, podemos escribir las palabras que silenció el dolor. Aunque empecemos a hacerlo y las lágrimas no nos permitan ver la hoja con claridad, aunque la tristeza nos invada y pareciera dejarnos sin aire en los pulmones, es liberador sacar hacia afuera todo lo que hubiésemos querido decir y no pudimos. Aún si lo que sale no es lo que esperábamos, abrir el arcón de las emociones es una manera de transitar el duelo de manera sana.
La palabra adicción significa "sin palabras". El adicto es aquél que busca una vía de escape para liberar aunque sea de manera ficticia todo lo que no puede expresar de manera saludable. Cuando silenciamos abruptamente todo lo que sentimos en nuestro interior nos arrojamos, como si fuese un salvavidas, sobre alguna adicción. El cigarrillo, la comida, los medicamentos, el alcohol o cualquier otro tipo de dependencia que calme momentaneamente nuestra pena y disminuya la angustia.
Cuando la pérdida es súbita y quedan muchas cosas por decir, corremos el riesgo de caer en falsas dependencias y de hacer aún más duro y difícil el camino de recuperación. Nos encadenamos a un sufrimiento que nos mantiene prisioneros y comenzamos a creer que no existe cura ni salida.
¿Qué cosas nos ayudan a transitar esta noche oscura sin quedar atrapados para siempre en la oscuridad?
Abrirnos. Confiar. Entregarnos a las manos sanadoras de la vida. Soltar el control. Expresar nuestro dolor sin pudores. De la manera que sea. Ante otro que nos escuche con el corazón en la mano. Ante un abrazo a tiempo. Ante la hoja en blanco que recibirá en silencio nuestras lágrimas hechas tinta. Ante la quietud respetuosa de la naturaleza. Ante nuestro Dios. En un templo. En un rincón de nuestra alma dolorida...
Decir adiós es elegir el camino de la luz en medio de la noche oscura. Es soltar a quien amamos porque confiamos que volvermos a vernos en otro lugar. Y darle lugar al proceso natural de la vida, el de las despedidas.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

sábado, 14 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Estaciones


"Si el invierno dijese: la primavera está en mi corazón, ¿quién le creería?
Khalil Gibran


Cada pérdida, se trate de un fallecimiento, de una separación matrimonial, de un exilio, de un embarazo que no llega a término, la ruptura de una amistad, la pérdida de un trabajo, etc., es una pequeña muerte y trae consigo un duelo latente que habrá que transitar.
Elisabeth Kübler Ross, doctora en psiquiatría que dedicó su vida al acompañamiento de enfermos terminales y sus familias, registró las fases por las que se atraviesa un duelo.
Esta es mi versión resumida:

SHOCK: La persona queda como anestesiada. El impacto doloroso se amortigua y uno puede seguir funcionando mientras se realizan las tareas obligadas como el velorio y el entierro.
NEGACIÓN: Se descree de la noticia. No se termina de aceptar lo que está ocurriendo. El dolor no termina de aflorar a la superficie.
EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES: Se siente rabia contra Dios, contra los responsables de la muerte y hasta con el difunto mismo por "haberme abandonado". Se siente miedo, una sensación de desvalía. pueden aparecer síntomas físicos desagradables que le hacen pensar a la persona que se va a morir.
DEPRESIÓN: Es el momento más difícil. La tristeza lo invade todo. La persona siente culpa: "si hubiera estado ahí tal vez esto no habría pasado", "no pude decirle cuánto lo quería", "discutimos antes de que pasara"... No se ve la luz al final del camino. El dolor es profundo y parece que no va a terminar nunca.
ACEPTACIÓN: Sobreviene cuando se ha atravesado el duelo a fondo. Se han expresado toda clase de emociones. La persona acepta que casi nada está en sus manos. Que es la rueda de la vida la que decide en qué momento ha de partir un ser querido. No quedan asuntos pendientes.

Jean Monbourquette, sacerdote y psicólogo canadiense, autor de numerosos libros, hace unos ricos aportes en la descripción del desarrollo del duelo sano. Entre las etapas de la depresión y la aceptación agrega la instancia que tiene que ver con la conclusión de los asuntos pendientes. Allí se realizan las tareas que dejó inconclusas la muerte del ser querido. En esta etapa se concluyen los diálogos que quedaron abiertos. Por ejemplo, se puede escribir una carta expresando todo aquello que quedó sin decir o imaginar que el ser querido está sentado frente a nosotros mientras le hablamos. Se reparten o se regalan las pertenencias, se descuelgan las fotos o se guardan en un álbum especial, etc.
Otra etapa que agrega Monbourquette es la del intercambio de perdones. Por un lado hay que perdonarle varias cosas al que murió. Tal vez que en el momento de su muerte no haya dejado las cosas en orden para nosotroa. O que nos haya dejado con niños pequeños a cargo. O que se haya ido demasiado pronto. O que su muerte haya sido traumática para los que quedamos. Pero también hay que perdonarse a sí mismo. El hecho de no haber estado presente para evitar la muerte. O haber discutido minutos antes de que muriera. O no haberle expresado nuestro amor lo suficiente. O no haberlo cuidado mejor.
El don perfecto. Ese es el significado de la palabra peródn. Darlo y recibirlo, aunque el otro no esté presente, nos liberará de una culpa gravosa. Y hará posible que entremos de nuevo en la corriente de la alegría que es la que sobreviene como regalo cuando se concluye la última etapa: la de la herencia. Aquí, la persona que perdió al ser querido recupera todas aquellas características positivas propias que perdió en el momento de la muerte del otro. Porque cuando un ser querido se va, se lleva consigo partes de nuestra alma. Los que quedamos vivos estamos ausentes a nosotros mismos y exiliamos muchas de nuestras cualidades en algún lugar remoto como una forma de lealtad hacia el que partió. Nos decimos: "no puedo mostrarme alegre, no ahora que tal no está", o "cómo voy a darme este gusto, no me corresponde".
Existe una creencia infantil de que la persona que murió está observándonos con lupa, y que cuanto más afligidos y destrozados nos mostremos será mayor prueba de la magnitud de nuestro amor. Para perpetuar esa creencia dejamos que muchas partes nuestras mueran y queden enterradas.
La etapa de la herencia consiste en restituirse amorosamente lo que uno entregó como ofrenda al que se fue, que no lo necesita. Pero el que queda sí. Es imprescindible para vivir una vida plena, aún a costa del dolor y gracias a él también, que uno integre nuevamente lo que le pertenece a su alma. Es un derecho y el verdadero homenaje al que ya no está. De esta forma, soltamos la atadura que nos retiene al ser querido dejándolo libre para que siga su ascenso y al mismo tiempo nos liberamos de la carga innecesaria para proseguir nuestro camino.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós


viernes, 13 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Ráfagas


"Somos cual dos silencios separados, partidos, que, si estuvieran juntos, tendrían alegre voz"
Dante gabriel Rosetti


Entre la variedad de pérdidas, las muertes súbitas son las más difíciles de afrontar. Por un lado, porque sobrevienen de la nada, como si sufriésemos un ataque por la espalda, y eso no nos da tiempo para prepararnos. Por el otro, porque nos deja huérfanos en un instante. Sin piedad. Sin vuelta atrás. Por eso, tal vez la representación que nos hacemos de la muerte sea la de un esqueleto vestido de negro que nos acecha. Y lo que sentimos cuando alguien se va de nuestro lado así de pronto es que la guadaña nos cayó encima de un hachazo, desgarrando nuestra vida por donde más duele.
¿Cómo volver a juntar los pedazos en que se hizo añicos nuestro corazón? ¿Cómo recuperarse de este golpe que noquea el alma?
Hay infinidad de libros que proponen recetas para recuperarse de la muerte de un ser querido, pero el texto que se cuela una y otra vez en medio de nuestro dolor es muy distinto. Grita el nombre de aquél que ya no está. Y las preguntas que se abalanzan sobre nuestro pecho se enredan unas con otras sin que seamos capaces de encontrar una respuesta que deshaga tanto nudo. No vemos la luz al final de esa fosa oscura en la que caímos después de la pérdida. Nos parece que la muerte no sólo se llevó lo que más queríamos sino también gran parte de nuestra alma.
El pensamiento agudo del escritor CS Lewis se topa, de repente, con el muro del desconcierto cuando se cuestiona, luego de la muerte de su esposa Joy:

"¿Para qué amar si la pérdida duele tanto? Ya no tengo más respuestas, sólo la vida que he vivido. Dos veces en la vida se me dio a elegir: de niño, y de adulto. El niño eligió la seguridad, el hombre elige el sufrimiento. El dolor que siento ahora es parte de la felicidad de entonces. Ese es el trato."


Y llega a tocar el fondo del abismo cuando expone abiertamente su corazón y describe el proceso de su propio duelo, a un mismo tiempo absurdo y bello:

"Nadie me dijo nunca que la pena se siente casi igual que el miedo. No tengo miedo, pero la sensación es la misma; esa agitación del estómago, esa inquietud, bostezos. Paso tragando saliva. En otros momentos me parece estar ligeramente ebrio; o que me han golpeado. Hay una especie de barrera invisible entre yo y el mundo. Me cuesta absorber lo que dicen los demás. O quizás no quiera escucharlos. Es tan sin interés. Pero deseo que los demás estén cerca. Me aterran los instantes en que la casa está vacía. Si tan sólo hablaran entre sí y no conmigo."


Y luego describe las fases en que cae una y otra vez, sin demasiado orden:

"Anoche regresaron todos los infiernos de la pena joven; las palabras enloquecidas, el amargo resentimiento, el temblor en el estómago, la irrealidad de pesadilla, el hundimiento en las lágrimas. Porque en la pena nada se queda quieto. Uno pasa saliendo de una fase; pero vuelve siempre. Sin pausa. Todo se repite. Voy en círculos. ¿O podré esperar que vaya en espirales? Y si en espiral, ¿subiendo o descendiendo?


Nota al pie: las citas de CS lewis están tomadas de su libro Una pena observada y de la película sobre su vida: Tierra de sombras.


Victoria Branca

jueves, 12 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Algo personal


"Alguna noche en duelo yo encuentro tus pupilas"
Delmira Agustini


Cuando mi padre murió, el mundo dejó de ser para mí un gran campo de juegos y se transformó de súbito en un descampado repleto de peligros. Su muerte, caratulada como "desaparición", fue el preludio de un réquiem silencioso que mi corazón cantaría a escondidas durante mucho tiempo. Yo tenía en ese entonces nueve años.
Corría el año ´77. Eran tiempos en que el silencio era la respuesta adecuada ante el miedo. De la muerte de mi padre no se habló nunca. De cómo había sucedido, menos. Eran detalles que tenían que permanecer detrás del mismo velo difuso en el que desaparecieron tantas personas durante esos años oscuros. Además, todo contribuía a que el misterio se tragara las muestras de dolor pronto, ya que a los desaparecidos no se los vela, ni se los entierra. Simplemente se esfuman de la faz de la tierra como si fuesen fantasmas. Y se alberga la creencia de que el desaparecido sea eso, alguien que anda perdido por algún rincón del mundo y que pueda aparecer mágicamente en cualquier momento.
Pero la realidad se encarga de desbaratar los trucos con que la mente intenta escapar del dolor, y a medida que pasa el tiempo las esperanzas desaparecen también.
¿Qué se hace entonces con el propio sufrimiento? ¿Se lo ahoga en las aguas del olvido? ¿Se lo amordaza y se lo echa en el fondo de un sótano? ¿O le permitimos que nos siga torturando hasta morirnos de pena?
El duelo es el proceso natural que sobreviene a una pérdida. Cuanto antes se inicie más pronto cicatrizarán las heridas. Los ritos que tiene que ver con la muerte contribuyen a dar inicio a este proceso. Pero, ¿qué sucede con los que han sido dados por muertos pero cuyos cuerpos no aparecen ni aparecerán jamás? Por lo pronto no reciben sepultura. Sus restos no "descansan" en ningún lugar, ni existe un cementerio donde se los pueda "visitar". De esta manera el duelo se posterga indefinidamente y el dolor se perpetúa en el tiempo.
Los ritos tienen la cualidad de ser signos concretos que ayudan a concluir los asuntos pendientes y aceleran el proceso de sanación. Asistir al velorio para despedirse, tirar pétalos de rosas sobre el cajón, leer una lectura, celebrar la misa, cantar, son todos gestos simbólicos que contribuyen a dar inicio al duelo y nos ayudan a entrar en el proceso de manera sana.
En mi caso, en que el cuerpo de mi padre nunca apareció y no pudo realizarse el rito de cierre correspondiente como es el entierro, el duelo se perpetuó en el tiempo y mi herida se mantuvo artificialmente tapada durante muchos años. No pude transitar la despedida de manera adecuada y cada nueva pérdida a la que me sometía la vida obraba como avispero, reviviendo el dolor y volviendo a abrir la herida que aún supuraba.
En los entierros de otras personas a los que asistía, lloraba no sólo por el que acababa de morir, sino también por mi padre. Fui, entonces, realizando el proceso en cuotas o pequeñas dosis y alargándolo más de lo necesario.
Cuando no se puede iniciar un duelo de manera natural hay que iniciarlo de manera creativa. Si no, es la vida la que se encarga de ubicarnos de alguna manera en la senda por donde transitan las despedidas. En cuanto a la manera de decirle adiós a mi padre, realicé, muchos años después de su muerte, un ritual casero. Una tarde fui al Delta, en Tigre, y después de haberle hablado en el corazón arrojé una vela flotante al río. De esa manera di por concluido un duelo que se había prolongado indefinidamente y me impedía cerrar una herida profunda. Fue mi manera de poner en palabras y gestos lo que el espanto pretendía dejar mudo para siempre. Y de empezar a recuperar esas partes mías que yo había exiliado inconscientemente lejos de mi alma.

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

miércoles, 11 de julio de 2012

Me hubiera gustado decirte adiós: Introducción


"Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto"
Antoine de Saint-Exupery


Todo en la naturaleza nos muestra que la vida se rige por ciclos. Que lo que nace se desarrolla y luego muere. Que la primavera está precedida por el invierno y que aunque al verano le sigue el otoño, las hojas no sólo caen en esa estación. Nadie escapa a la sentencia universal que dice que un día nosotros también tendremos que morir. Sin embargo, la muerte de un ser querido nos saca de cuajo de esa armonía en la que aparentamos cohabitar con la naturaleza. Más aún si la muerte se presenta de manera repentina y absurda.
Las muertes súbitas son parte de la vida. Pero no por ello dejan de desgarrarnos el corazón. Nadie nos prepara para semejante cimbronazo. Nada nos anuncia la llegada de este vendaval que es capaz de sacudir hasta nuestros cimientos más profundos.
La pérdida súbita de alguien a quien amamos obra como un rayo iracundo que parte en dos nuestra existencia. La noticia de la muerte nos parece una broma de mal gusto. No terminamos de creer que ya no esté. ¿Cómo puede ser? Debe haber un error, nos decimos, mientras atinamos a mantenernos en pie sobre un suelo que ya no parece sostenernos como antes.
Pero en poco tiempo lo que nos resulta ficción se viste de gris realidad. Lo que jamás creímos que pudiese ocurrirnos está sucediendo. Sí, la muerte vino a visitarnos sin aviso y raptó como un vil ladrón a quien tanto queríamos. En realidad, a quien tanto queremos, porque aunque la persona ya no está viva, el amor que sentimos sigue ardiendo en nuestro corazón con la misma intensidad. Y quema.
¿Qué se hace con todo ese amor que aún sigue vivo dentro de nosotros? ¿Y con esta inmensa pena que el corazón no es capaz de contener?
¿Por qué obra la vida de manera tan absurda? ¿Por qué se lleva vidas de manera tan cruel?

Victoria Branca
Me hubiera gustado decirte adiós

martes, 10 de julio de 2012

El padre Alberto


Ya no recuerda cuál fue el momento exacto en que decidió abandonarlo todo. Su casa paterna, el club, el fútbol de los miércoles, las caricias de una mujer...  Sólo sabe, y ésto lo recuerda bien, que fue aquél libro, que ahora descansa en un estante alto de la biblioteca, el que le hizo trastabillar la existencia. Un libro de Cronin. Un relato pacífico y austero de esa vida que el quería vivir a pleno.
Si el reino tiene una puerta de acceso es claro que debe tener, también, un par de llaves para abrirla. Y él dedicaría las horas de cada jornada a orar en silencio para ser merecedor de esas llaves.
La renuncia se sostiene si hay una razón fuerte y unas motivaciones claras, se dijo, mientras ingresaba por la puerta del costado del seminario. Cargaba sólo un bolso de cuero gastado. Las pocas pertenencias que llevaba no superaban los veinte artículos, entre camisas de manga corta, un suéter de cashmere bordeaux, pares de medias tres cuartos, un pijama inglés, una bufanda que le había tejido una de sus hermanas, su biblia, un estuche de gamuza que oficiaba de neccesaire, su radio portátil, tres calzoncillos tipo boxer, unas zapatillas viejas, un jogging azul marino y ése, el libro que le permitiría pasar una larga temporada en el cielo.
Acató cada una de las reglas impartidas por su obispo. Se integró al grupo de jóvenes que, como él, prefirieron desposar a Cristo y no a una mujer.
Oró. Ayunó. Confesó sus faltas. Hizo penitencia. Añoró...
Los años se volvieron rutinarios y mecánicos. Misas apenas despuntaba el alba. Lectura de pasajes bíblicos para adornar sus sermones. Confesiones, ya no de sus pecados, sino de los que le confesaban con remordimiento los demás. Los fieles temerosos del castigo divino.
El entusiasmo de los primeros años bajó en intensidad. Ahora se trataba de un compromiso asumido. De ser capaz de responder a una elección libre animada por el espíritu.
Las cenas dejaron de ser frugales. Él también podía degustar un buen vino. Una pizza de pepperoni. Unas pastas aglio e ólio. Una buena película de moda.
Las añoranzas se convirtieron en deseos urgentes. El silencio dejó de ser el preludio de la palabra sabia y certera. Se transformó en otra cosa.
Ya estaba grande, ¿cómo iba a seguir profesando una fe tan infantil? El suyo era un trabajo como cualquier otro. Con metas, objetivos, estrategias, negociaciones. Como cualquier mortal.
Ante la propuesta, no dudó. El reino, se dijo, puede esperar.


Victoria Branca 


martes, 3 de julio de 2012

El libro le habla a uno


"Todo el que escribe una obra creativa sabe que uno se abre, se entrega, y el libro le habla a uno y se construye a sí mismo. En cierta medida uno se convierte en el portador de algo que le es dado desde un sitio que se ha caracterizado como de las musas, o, en idioma bíblico, Dios. Esto no es una fantasía, es un hecho. Dado que la inspiración viene del inconsciente, y dado que las mentes inconscientes de los miembros de cualquier sociedad pequeña tienen mucho en común, lo que el vidente o chamán saca a la luz es algo que estaba esperando ser extraído en todos."

Joseph Campbell
El poder del Mito

martes, 26 de junio de 2012

Por debajo de la mesa



Encima de mi mesa de luz hay tres libros a medio terminar. A uno, sólo le faltan dos capítulos para ser enviado sin nostalgia a su rincón en la biblioteca, pero por una excusa u otra no termino de leerlo. Y el libro sigue ahí, custodiando en silencio mi sueño. Testigo mudo y paciente de mi reticencia para los cierres y las despedidas.
Los otros dos están oprimidos por ese, el que está encima, y ya no recuerdo ni los títulos. Pero los tres juntos hacen un montoncito acogedor donde suelo apoyar un vaso de agua antes de irme a dormir, por si me sorprende la sed en mitad de la noche.
Por debajo de la mesa hay más libros. Más historias. Secretas historias...
Los secretos deben conservarse, me digo. Lo secreto y lo sagrado son lo mismo. Pero un secreto cautivo puede hacer morir a su carcelero.
Acaso un secreto se confunda con mudez. Con callar cuando se debiera gritar.
Mis libros conservan en secreto lo que aún no leo. Pero no mueren. Esperan tranquilos el momento oportuno. Ese que no tiene fecha de caducidad. ¿O si?

Victoria Branca

sábado, 23 de junio de 2012

La ciudad de los Escritores



El filósofo y escritor Fernando Savater recorre varias ciudades del mundo para conocer in situ donde escribieron y se inspiraron grandes autores de la literatura.
Desde la Buenos Aires de Borges, hasta el Edimburgo de Robert Louis Stevenson, sin olvidar la Irlanda de William Buttler Yeats, El Chile de Neruda, la Francia de Gustave Flaubert o la Praga de Kafka.
Un viaje para rastrear las huellas de los grandes escritores que (valga la redundancia) dejaron sus huellas impresas en el corazón y el pensamiento de tantos lectores.

Los sábados a las 21 hs en el canal TN

jueves, 21 de junio de 2012

Permanecer en el Amor


"He decidido permanecer en el amor.
El odio es una carga demasiado pesada para llevar a cuestas."

Martin Luther King

sábado, 16 de junio de 2012

Este blog cumple 3 años



Con los pies desnudos inicia su cuarto año de vida.
A veces pienso que escribir en el blog le roba tiempo y palabras a mis libros. Esos hijos espirituales que quieren darse a luz a través de mí. Muchas veces me pregunto si tiene sentido seguir alimentando este espacio en lugar de amamantar al libro que gesté en los últimos meses y que se resiste a salir de ese útero creativo y secreto que anida en mí.
Pero recibo un comentario, un mail, un mensaje oportuno (o inoportuno, quien sabe...) y sigo caminando por acá.
Celebro otro año más junto a todos los que caminan a mi lado. Los que encuentran sosiego y paz. Inspiración y aliento. Compañía y cobijo en esta casa.
Siéntanse bienvenidos.

¡Salud!

Victoria

miércoles, 13 de junio de 2012

Larga vida a los que escriben



Escribir es revelador.
Develador.
Perturbador.
Escribir es un modo de recuperar lo perdido.
Poner en palabras lo que silencia el corazón requiere coraje.
Desenfado.
Audacia.
Expresarse es salirse de las márgenes estrechas de las convenciones.
Expresarse es negarse a permanecer cautiva. De todo. De algunos. Pero, sobretodo, del miedo.

Saludo en el día del escritor a quienes insuflaron coraje en mí e inspiraron nuevos rumbos en mi vida.
Clarice, Hermann, Joan, Ray, Paola, Nikos, Joseph, Alice, Gioconda, Edgar, Julio, Pablo, John, Carl, Clarissa, Mario...
por nombrar algunos.

¡Salud!

Victoria

viernes, 8 de junio de 2012

El Ray ha muerto


Ávido lector. Autodidacta. Curioso. Dueño de una imaginación desbordante. Visionario. Escritor y filósofo lúdico...
Ray Bradbury interceptó mi camino cuando yo andaba a paso lento y premeditado, calculando lo que haría en los minutos siguientes y en los subsiguientes, sin dejar mucho espacio para la espontaneidad libre y riesgosa. Todo lo contrario a cómo concebía él la vida: sin límites, abundante y ostentosa, repleta de puertas para abrir e ir a jugar.
Fahrenheit 451, ese libro crepitante que osé leer a mis 19 años me reflejó en un espejo en el que hasta ese momento no me había mirado. Pero no pude sostener durante mucho tiempo la mirada. Tanto fuego en esa mente gélida podía dejarme fuera de combate demasiado pronto. Así que suspiré, como cuando la nostalgia trae de regreso un perfume tan amado, y dejé que la tía Mildred siguiera marcando los pasos a seguir.
Clarisse tendría que esperar.
Hay veces en que un libro llega demasiado pronto a nuestra vida. Trae augurios de algo que debe ser en un futuro próximo, cercano, pero aún no estamos listos. Nos gana el miedo. El qué dirán. Los prejuicios. Los mandatos. Las viejas creencias...
Pero el fuego, cuando se enciende, no contempla lo que va devorando a su paso. Su esencia es arder. Y hacer arder.
El papel arde a esa temperatura: 451 fahrenheit. ¿Y un corazón humano?
Ray Bradbury. Ray Bravery. Ray of light...
Cuando un corazón toca a otro corazón (enciende a otro corazón) ya puede descansar en paz.

Victoria Branca







lunes, 4 de junio de 2012

Escribí vos...2


La ventana de un hotel en una ciudad del mundo.
Ella.
¿Es de día?
¿De noche?
¿Acaso importa?
El presente.
Ese instante efímero.
Poderoso.
No se puede volver el tiempo atrás...

Se reciben relatos a mi casilla de mail
victoriabranca@hotmail.com

miércoles, 30 de mayo de 2012

El Deseo y la Palabra



Hasta el 10 de Junio hay tiempo para ver la muestra/homenaje a Alejandra Pizarnik que se realiza en el museo de arte español Enrique Larreta.
Conmemorando el cincuentenario del museo y los 40 años del fallecimiento de la poetisa y escritora se exhiben textos de la Condesa sangrienta con ilustraciones de Santiago Caruso.
También podrá verse una selección de su poesía, cartas, manuscritos, libros de su biblioteca personal y su máquina de escribir.
¡No se la pierdan!

Museo Larreta: Juramento 2291
Informes: museolarreta@buenosaires.gov.ar



lunes, 28 de mayo de 2012

Vuelven las curvas


Es oficial.
Vuelven las curvas.
Las paneras, los quesos y las harinas están in.
Las redondeces marcan tendencia.
Basta de dietas y restricciones.
No a la tiranía del centímetro.
Basta de cuerpos desgarbados y sin gracia.
La cinturita de avispa es sólo de ellas, las avispas.
¡Vivan la guitarra y el cello!
Los cuerpos rellenitos salen con fritas.

jueves, 24 de mayo de 2012

sábado, 19 de mayo de 2012

Vivir es una especie de locura


Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida.

Vivir es una especie de locura que la muerte comete. Porque en ellos vivimos, vivan los muertos.

Hace tantos años que me perdí de vista que vacilo en encontrarme.

Si no digo la verdad es porque está prohibida.

Mi vida está hecha de fragmentos.

Yo trabajo entre ruinas.

Todos estamos sujetos a la pena de muerte.

Ya he nacido lo suficiente como para intentar expresarme con palabras torpes.

Vivo perdiéndome de vista.

Extraigo mis sentimientos y palabras de mi noche absoluta.

El peor plagio es el que se hace de uno mismo.

Vivir es un acto que no he premeditado. He brotado de las tinieblas.


Clarice Lispector
Un soplo de Vida

martes, 15 de mayo de 2012

Vivir con dignidad



Vivir no es lo mismo que sentirse vivo.
Sobrevivir no es lo mismo que vivir.
La existencia ( ser puesto ahí afuera, en el mundo) no es algo que se elija a voluntad.
La vida sucede. Transcurre. Sigue su curso. Y, sin embargo, quienes vivimos, no nos sentimos a veces dirigiendo ni comandando el rumbo de nada.
Estar vivo no es lo mismo que sentirse vivo.
Para que la propia vida tenga sentido es necesario encontrárselo. A ese, el sentido, llámese dirección, propósito, destino... Y no hablo del destino como algo dado e inamovible, sino como el punto de llegada, que tampoco es estático ni permanente. Uno puede recalcular el rumbo y el destino las veces que sea necesario.  Uno puede detenerse en el camino y reflexionar acerca de lo ya recorrido. O no querer mirar atrás. Puede uno buscar posada donde pasar la noche y elegir, también, seguir de pie, en medio de la oscuridad.
Vivir no es una ciencia.
Dicen algunos que es un arte. Y hasta una aventura.
Vivir no es lo mismo que vivir con dignidad.
La dignidad proviene, tal vez, de una cierta coherencia entre lo que se piensa, lo que se siente y lo se hace. De una cierta integridad.
Vivir con dignidad no es lo mismo que sentirse digno de vivir.
La vida no espera a que estemos listos para vivir.
No avisa que estamos viviendo, ahora, en este mismo instante.
Mucho menos anuncia cuando dejará de transcurrir y suceder para depositarnos sin culpa ni remordimiento en el lecho de muerte.
La vida no es buena ni mala.
No está ni a favor ni en contra.
No es digna ni indigna.
Esos calificativos, y porque estamos vivos y tenemos voz,  los ponemos nosotros.

Victoria Branca




jueves, 10 de mayo de 2012

Morir con dignidad



La cámara de senadores de Argentina aprobó unánimemente la ley de muerte digna.
La ley establece "el derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también revocar posteriormente su manifestación de la voluntad."
Con ello se le reconoce al paciente que sufre "una enfermedad irreversible, incurable o que se encuentra en estado terminal el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o retiro de medidas de soporte vital".
Se regula así el encarnizamiento médico, que con tanto avance tecnológico a su favor perjudica, a veces, el desenlace digno de la vida.
Enhorabuena.

martes, 8 de mayo de 2012

El Cuarto Mandamiento


Reza el cuarto mandamiento: "Honrarás a tu padre y a tu madre". Cae la sentencia escrita sobre piedra con una fuerza demoledora exigiendo por parte de los hijos ¿qué?
¿Qué significa honrar?
En el diccionario encontramos los siguientes sinónimos: respetar, estimar, enaltecer, premiar...
Vayamos por parte. Respetar es una cosa, estimar es algo más. Podemos respetar a una persona sin que la estima esté en juego. Podemos, también, sentir estima por alguien pero no respetarla.
Enaltecer supone algo bien distinto. Si tomamos la preposición en por separado en-altecer sería poner en alto (o en un altar) a algo o, en este caso, a alguien. Quien enaltece pone en un rango de superioridad, digno de veneración, al objeto (o sujeto) de enaltación. Y quien pone a otro por sobre la propia altura se sitúa, indefectiblemente, en un lugar de inferioridad, de menor altura.
Se crea así una diferencia jerárquica. Una desigualdad de condiciones.
Es natural que los padres ocupen un rango de mayor jerarquía en la verticalidad de la descendencia pero, ¿hasta cuando? ¿De qué modo? ¿A qué costo?
Otra cuestión se cuela en la definición de honrar, la que describe a la persona honrada como quien no miente ni engaña. Es decir, el sujeto digno de ser honrado es (o debiera ser) una persona que dice la verdad y que no esconde nada. Al menos, no frente a los hijos que son los que deben cumplir con este mandato.
Alice Miller, doctora en filosofía, psicoterapeuta y socióloga cuestiona con lucidez y audacia el cumplimiento ciego del cuarto mandamiento:
El cuarto mandamiento contiene una amenaza, quizás un chantaje, que hoy en día sigue ejerciéndose. El que dice que hay que honrar a los padres aunque no lo merezcan, de lo contrario moriremos prematuramente. Esto no significa que, en el caso en que nuestros padres nos hayan deshonrado o maltratado, hay que pagarles con la misma moneda y tratarlos con crueldad, sino que debemos verlos tal como eran, tal como nos trataron cuando éramos pequeños, para liberarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos de este modelo de conducta.
Los mandamientos fueron escritos sobre una mole de piedra allá lejos y hace tiempo. Pero de manera misteriosa y superando todos los records, siguen vigentes al día de hoy.
Poner, ya no en un altar, sino en un estrado a los propios padres es una  tendencia que fue imponiéndose en los tiempos modernos. Pero sólo para enrrostrarles nuestras frustraciones y rabias. Ubicarlos en perspectiva y observarlos durante largo rato para verlos tal como son y no como queremos que sean (o como nos convino creer que fueron) esa es otra historia.
Invita Miller: Es preciso que nos desprendamos de los padres que tenemos interiorizados, sentir el dolor reprimido, conocer la historia que el cuerpo ya conoce emocionalemnte y reconocer la propia verdad. Porque la moral puede dictar lo que debemos y no debemos hacer, pero no lo que debemos sentir. (Alice Miller, El cuerpo nunca miente)


Victoria Branca



sábado, 5 de mayo de 2012

Volver a la Esencia



Reencontrarse con el propio pasado puede ser un asunto molesto. Una bendición. O ambos.
Traer de regreso partes de uno mismo, aquí y ahora, puede no encajar con ese rompecabezas que uno se la pasó armando desde hace tiempo y que parece tener cada pieza en su lugar.
Que el pasado se instale sin previa invitación en la sala de estar de la casa que acostumbra a recibir huéspedes consentidos es perturbador.
Pero el pasado, al igual que la tristeza, no organiza citas ni manda cartas documento para avisarnos que se meterá con nosotros. Irrumpe. Simplemente.
"Mi pasado me persigue", solemos decir, a veces, cuando se transforma en una presencia indeseada que pretende tomar algo con nosotros. Mejor que "se tome el buque", nos decimos en voz baja, implorando que desaparezca pronto de nuestras vidas.
Pero el pasado es un tiempo verbal, nada más. Es parte de una linea de puntos infinitos que circunscribimos allá lejos para ordenar nuestra existencia. ¿De verdad creímos que iba a ser un postulado inerte sujeto a nuestros deseos?
Pasado, presente y futuro son construcciones. Invenciones didácticas para organizar el caos vital.
El tiempo, eso que transcurre, ocurre, sucede y se desenvuelve (¿o somos nosotros los que transcurrimos, ocurrimos, sucedemos y nos desenvolvemos?) es una creación humana.
Pretender que el pasado quede enterrado en una tumba de concreto, sin vida, es como aseverar que un futuro hecho a medida es lo que nos sucederá de aquí en más.
No existe la barra del tiempo. Es otro invento práctico para ayudarnos a comprender. Pero cuando uno se acostumbra a vivir de esa manera, ubicando hechos, experiencias, vivencias en un lado u otro de la flecha del tiempo, corre el riesgo de convertirse en el blanco despiadado del arco de la vida, que disparará sus dardos hacia el centro vulnerable que aún nos queda hasta sacurdirnos la modorra autoimpuesta. Y provocar una herida (¿o una grieta?) por donde pueda volver a circular sangre caliente y vital.
El pasado puede ser un asunto molesto, sí, o un regalo que nos llega en el momento justo. Tan a tiempo. Tan oportuno.

Victoria Branca



sábado, 28 de abril de 2012

Por eso, Gracias


Este post puede tener muchos comienzos. Uno podría decir: "Hoy se cumplen 35 años de la desaparición de mi papá" (desaparición digo, y no muerte, porque sólo sus asesinos saben la hora y el día en que murió)
O bien podría comenzar: "Hoy viajé sin escalas hacia mi pasado". Y también: "Hoy fue un día que no olvidaré jamás".
Podría hablar del duelo, del dolor, de la memoria que no olvida, de lo que quedó trunco...
Pero la muerte nada tuvo que ver en este día. Tampoco el rencor y el odio. Todo lo contrario.
Anoche recibí un mail de Laura, una mujer que no conocía. Ella y Magdalena, su mamá, no eran nada significativo en mi vida. Hasta hoy.
Hoy, el día en que se cumplen 35 años de la desaparición física de mi papá, la vida me sorprendió con una de esos regalos que llegan en el momento justo. Tan a tiempo. Tan oportuno...
Se trató de algo así como una cadena de favores en la que nadie se dio cuenta de cuan importante era su participación hasta que el destino llega, de manera inexorable y misteriosa, hasta su destinatario. O, para decirlo de manera simple y clara, hasta que eso que le perteneció siempre a uno llega otra vez a sus manos.
Rebobinando: Laura me rastreó (fe de erratas: me googleó) y me escribió el mail. Magdalena, su mamá, recibió una caja. Alejandro, el albañil, la encontró en un hueco del altillo en que hacía la refacción.
La caja contenía diarios personales. Fotos. Boletines. Cajitas con recuerdos de la infancia. Medallas. Más fotos. Más recuerdos...
Todo lo que está en esa caja de flores celestes, rosas y amarillas, fue mío. Es mío.
Mi diario de Hello Kitty escrito desde el año 1979 hasta el año 1982. El diario del primer viaje que hice a Europa. Los boletines de la secundaria. Un pedacito de mí, en suma,  que estuvo escondido (¿o debería decir custodiado?) en el altillo del que fue mi último hogar antes de casarme. Esa casa en la que también vivieron Magdalena y Laura durante 12 años y que luego pasó a otros dueños, que decidieron refaccionarla con Alejandro, el albañil alado que pensó que esa caja debía importarle a alguien y que era mejor no tirarla.
Y, como si todo eso que volvió a mí después de tanto tiempo (22 años para ser exacta) no fuera suficiente, en la caja había otro tesoro. Ese que me confirmó que no era casual que yo me reencontrara con mi pasado de esta manera. En este día.
Por eso, gracias.
A vos, Laura, que te tomaste el tiempo de buscarme y escribirme el mail.
A vos, Magdalena, que no te deshiciste de la caja y me recibiste pronto en tu casa.
A vos, Alejandro, que intuiste que eso no era para el volquete de escombros.
Y a vos, papá, que tenés maneras peculiares de hacerte notar.
No, no te olvido.
Siempre estás en mi corazón.

Victoria Branca


miércoles, 25 de abril de 2012

Un testigo privilegiado
















El lunes participé de la conferencia que Alberto Manguel, lector personal de Borges, dio en la Feria del Libro. Manguel no es popular. En una sala con capacidad para doscientas personas apenas completábamos ciento y pico.
Manguel no es best seller por estas latitudes. Sus libros no se encuentran sobre las mesas atestadas de esos ejemplares que hay que leer porque se acaba el mundo, y en ese frenesí histérico más vale tragarse todo lo que pueda salvarnos de un vacío irremediable.
De eso habló, en parte, Alberto Manguel. De los libros que dejan de ser alimento para el espíritu y se convierten, en manos de hábiles mercaderes y comerciantes, en objetos de consumo. El marketing dicta y la avidez consumista responde.
Lúcido y sereno,  Manguel le quitó ese barniz plástico y artificial al libro y lo tomó delicadamente entre sus manos. Fue pasando sus páginas con reverencia, deteniéndose en aquellos pasajes que conmueven al alma. Porque el libro, en manos de un verdadero lector, es una puerta abierta a infinitos mundos. Un testigo privilegiado y discreto del infinito sentir humano.
Leer otorga mágicos poderes, confió Manguel,  como la capacidad de eliminar barreras temporales y espaciales. No importa si esa historia que se desarrolla ahora ante mis ojos y entre mis manos ocurrió hace miles de años, es real aquí y ahora para mi, lector, que, ensimismado, no distingue ya entre pasado, presente y futuro. Todo ocurre en ese instante fugaz y eterno en el que el tiempo se detiene. Como si hubiese sido hechizado por la vara certera de las palabras.
Leer también refleja lo que nos pasa en el espejo de lo que dice el texto que otro, que no soy yo, pero que también soy yo, revela ante mí en sus palabras. Se produce una vía de comunicación fluída, íntima, verdadera, entre quien escribe y quien vivencia lo escrito.
Y leer, además, otorga el poder de entrever intuitivamente la inminencia de una revelación que no se produce (Borges dixit)
Son tantos los vericuetos, pasadizos, puertas secretas, mirillas, huecos, adonde nos conduce la magia de la lectura que sería imposible captar las realidades que nos presenta en su totalidad.
Pero como en todo viaje, lo importante no es la meta sino la manera de viajar (Stevenson dixit)

Victoria Branca

domingo, 22 de abril de 2012

La vieja Pachamama

Cuesta ver a la tierra como un ser vivo. Por eso, tal vez, se la crea inmutable, obvia y eternamente fiel. La tierra, pensamos, debe estar ahí, sosteniéndonos, abasteciéndonos, hospedándonos, dándonos frutos y posibilidades infinitas. Para eso está. Y el hecho de estar es lo que le atribuimos como característica fundamental. Es una certeza que estuvo antes de nosotros. Y debiera ser dogma que seguirá estando después. La tierra, con sus rotaciones y giros, sus cambios de estación, su resistencia estoica al paso del tiempo, su permanencia indiscutida entre planetas vacíos, fue, es y será el destino elegido por cualquier turista. ¿Acaso no estamos de paso en este mundo? La vieja pachamama ha sido testigo de tanto... Tanta historia guardada en sus pliegues. Tanto vivir metido en sus entrañas. El paso de incontadas pisadas y sentires. El correteo veloz del avance de los tiempos. El pisoteo desvergonzado de quienes se creyeron dueños de todo... La tierra ES un ser vivo. Quien, como una madre generosa a su vez, es dadora y contenedora de más vida. No somos sus dueños. Ella nos alberga y nos hospeda. ¿Cómo le pagaremos? Victoria Branca En el día mundial de la tierra

miércoles, 18 de abril de 2012

Una Teoría
















Todos tenemos una teoría acerca de nosotros mismos.
Con información de aquí y de allí fuimos construyendo aquello que llamamos identidad. Soy así, no soy eso, me dicen que soy bastante de esto... La imagen que fuimos delineando de nosotros mismos nos representa.
O eso creemos.
Porque muchas veces ese o esa que creíamos ser no es un reflejo tan fiel de lo que somos o, al menos, no nos define.
Los otros se encargan de ponernos calificativos (y descalificativos) para que calcemos en los moldes conocidos pero nuestra anatomía original no siempre coincide con el zapato de cristal en el que los demás pretenden que entremos.
La autoimagen, esa que constituye el núcleo central de la autoestima, es sumamente frágil y dependiente, pende de delicados y finísimos hilos que mantienen en equilibrio nuestro amor propio y la manera en la que nos brindamos a los demás.
Cuanto mayor haya sido la contención y el sostén emocional mientras crecíamos (¿es que alguna vez dejamos de hacerlo?) más fuertes y resistentes seremos a la crítica deportiva y despiadada. Y menos vulnerables a priorizar las opiniones ajenas en detrimento de las nuestras.
La estima de sí, el sano amor a uno mismo, es de vital importancia. Tan vital que de ello depende nuestra supervivencia en el mundo.
Si logramos tener una amistad saludable con nosotros mismos no necesitaremos llenarnos de gente alrededor, ni correr desesperados detrás de un elogio o una validación, tampoco esperar a que otros nos den permiso para vivir.
¿Por qué somos tan proclives a dejar en manos ajenas nuestra suerte?
Valgo. No sirvo. Soy talentoso. No soy capaz. Me falta coraje. Soy genial.
De acuerdo a los comentarios, gestos, muecas, silencios, expresiones y todo ademán que me hagan los demás, iré llenando los casilleros según corresponda.
El amor a uno mismo tiene mala prensa. Por siglos nos repitieron que hay que amar a muchos otros primero, por encima y por delante de nosotros. Que hagamos fila quietitos y obedientes ahí atrás.
Tal vez haya que revisar esos viejos manuales de la vida, no sea que se conviertan en dictámenes de una muerte lenta e imperceptible.

Victoria Branca
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