viernes, 19 de junio de 2009

PERSPECTIVA


Siempre recuerdo a un sacerdote Europeo radicado en Argentina. No a él, en realidad, sino a una palabra que pronunciaba en un castellano con fuerte acento alemán:"perspectiva". Cada sermón que daba incluía más de tres veces ésta palabra, como si quisiese que sus oyentes se la llevaran con ellos a casa.
Poner en perspectiva las cosas que nos ocurren es algo que he intentado hacer toda mi vida, incluso antes de escuchar a ese sacerdote. Tal vez por eso, la fuerza de su significado destacaba por encima del resto de sus palabras y quedaba resonando dentro de mí como el zumbido de un insecto molesto. Pero la incomodidad es algo positivo, sobretodo si ello nos hace ponernos de pie y cambiar algo que no nos gusta o que ya no sirve.
La duda tiene esa cualidad, se inmiscuye en nuestra mente como un moscardón y no cesa de atormentarnos con su aleteo nervioso hasta que la tomamos de un extremo y empezamos a ver de qué se trata. ¿De dónde vino? ¿Por qué ahora? ¿Qué historia quiere contarme?
Lo más probable es que las respuestas no corran a hacer fila ante nuestros ojos, pero tomaremos la punta del ovillo que nos irá llevando hacia el centro del laberinto. Allí donde se oculta de la impaciencia y la rapidez parte de la verdad. Allí donde aguarda sin prisa aquella pieza de nuestra historia que encaja perfectamente con lo que hoy nos desvela.
Poner en perspectiva, con o sin acento alemán, es tomar distancia para poder ver con más claridad. Es apartarnos por un momento de lo que pareciera venírsenos encima con la furia de un alúd para poder ver los picos nevados bajo la luz del sol. O de la luna. Y es decirle no al miedo, que con sus tentáculos histéricos pretende convencernos de que no hay tiempo y de que todo ha de resolverse en un instante.
Pero la vida no ocurre en un instante. La historia de cada cual se despliega en las arenas de otros tiempos que no acatan el tic tac de las agujas ni las alarmas de un mundo que corre apresurado hacia ninguna parte.
Cada historia conlleva encuentros, pero también despedidas. Risas, pero también llantos. Logros y fracasos. Y miles de otras parejas y paradojas. Por eso esta palabra es una llave. Que abre puertas en vez de cerrarlas. Y descorre velos. Y destraba cerrojos. Y permite ver lo que antes nos estaba vedado.
Y aquél sacerdote no lo sabe pero, años después de recibir esa palabra como regalo, recibí una frase que la incluye y que termina de unir lo que mi mente había separado. "¿Qué es sanar sino un cambio de perspectiva?"
La dijo un escritor americano completando, tal vez, una parte de su rompecabezas. Y del mío

1 comentario:

Belen dijo...

Qué verdad tan verdadera !!! pero qué difícil es tomar distancia y ver en perspectiva , cuando uno está inmerso en el dolor, en la frusrtación en el dasasosiego y la desesperanza !!!!
graacias por hacérmelo recordar !!!!

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